*Si LuChAs PuEdEs PeRdEr, Si No LuChAs Ya EsTáS pErDiDo*

SiGo CaMiNaNdO sIn DeTeNeRmE y CaDa PaSo QuE dOy Me DeScUbRe HaCiA dOnDe VoY.

domingo, 31 de octubre de 2010

Miedo, ¿respuesta adaptativa o paralizante?

Cuanto más me esfuerzo en tratar de mantenerme en la superficie más miedo tengo a caer.

Cuanto más acompañada estoy más miedo tengo a la soledad.

Cuanto más me arriesgo más miedo tengo a fracasar, a no estar a la altura.

Cuanto más me involucro más miedo a sentir para después llorar...

Miedo a fallar, a decepcionar, a no estar a la altura...

Miedo a que las cosas cambien pero también miedo a que no lo hagan.


Como quien tira de una cuerda que se romperá... tirar, tirar, tirar, tirar... Los ojos se han cerrado para no afrontar que el aire es de cristal, que puede estallar.

----------

En mi silencio habita el miedo...

sábado, 30 de octubre de 2010

Recuerdo...

Recuerdo como cada viernes cuando era pequeña era la niña más feliz del mundo porque iba a pasar la tarde con mi abuelita, para mí, mi yaya.

Recuerdo como siempre tenía una sonrisa para mí, como respondía sin desesperar a todas mis preguntas (que eran muchas), como conseguía calmar mi llanto aunque con ella rara vez sentía la necesidad de derramar mis lagrimas.

Recuerdo como me sentaba en una mesita que tenía en la cocina, me dejaba una libreta que tan sólo yo usaba y en lugar de dibujar como casi cualquier niño haría me ponía a escribir. Mientras tanto mi abuelita cocinaba y muy a menudo se aproximaba a la mesa a mirar lo que estaba haciendo "que letra más bonita tienes" "de mayor quizás puedas ser escritora". Sacaba de mí la mayor de mis sonrisas y me esmeraba aún más si cabe en hacer mi mejor letra, en escribir cosas bonitas que le pudiesen gustar porque me hacia sentir segura de mi misma, me hacía sentir que ella creía en mí y por lo tanto me resultaba más sencillo darme a mi misma una oportunidad.

Recuerdo como no era necesario ningún motivo para que me diese un beso o un abrazo. Como cuando me quedaba a dormir en su casa y sentía miedo cuando en la calle no cesaban los ladridos de los perros me contaba un cuento, hablabamos, nos reíamos y el miedo se iba. A su lado el miedo se esfumaba rápido porque sabía que ante cualquier cosa que fuese a suceder ella me iba a proteger.

Recuerdo como cuando yo estaba enferma venía andando desde su casa que se encontraba bastante lejos y me traía una bolsa llena de chucherías para animarme por no haber podido ir a aquella excursión que tanta ilusión me hacía.

Recuerdo aquel día que mi primo por pincharme y reirse un rato como solía hacer por ser yo más pequeña me dijo que me iba a morir antes de cumplir los 18, me puse a llorar y fuí corriendo a buscar a mi abuelita que estaba en la cocina haciendo la comida con su delantal:


- ¿A qué yo no me voy a morir?
- Claro que no.
-¿Seguro?
- Seguro, mirame a mí yo soy más vieja que tú.
- (Me invadió el pánico) Pero tú tampoco te vas a morir ¿a qué no?
- Algún día pasará. (rompí a llorar)
- No puedes, tienes que estar aquí conmigo. ¿a qué no te vas a morir? ¿a qué no te vas a morir? (yo no dejaba de llorar)
- Me dió un abrazo y me dijo que estuviera tranquila que eso no pasaría.


Recuerdo como más allá de ser mi abuela por un parentesco sanguineo se comportaba como tal, como se desvivía por sus hijos, por sus nietos. Como me daba ese cariño que muchas veces damos por hecho que la otra persona sabe que sentimos pero a veces es necesario oirlo, es necesario sentirlo y con ella realmente lo sentía.

Recuerdo como cuando"se fué" dejé de sentir que alguien creyese en mí. Como su ausencia supuso pasar años y años sin un triste abrazo, como pasé de sentirme querida e importante en la vida de alguien a sentirme cada vez más y más pequeña, como necesité años y años para volver a escribir y aún necesité más años para mostrar a alguien lo que escribía ¿a quién le iba a interesar ver letras y más letras unidas, letras que muchas veces parecían carecer de sentido?



sábado, 23 de octubre de 2010

Sólo quiero sentirme mejor

Y no quiero caer ni perder la razón sólo quiero sentirme mejor.

Necesito pesarme, necesito comprobar si estoy subiendo de peso o todo está simplemente en mi mente. Me genera ansiedad el no poder hacerlo, me está costando más de lo que imaginaba. Necesito asegurarme de que toda la grasa que siento que se va posando sobre me cuerpo no es real. En mi cabeza resuena una y otra vez la misma palabra GORDA, GORDA.

Y vuelve la lucha entre las dos fuerzas, el "diablito" me dice que he de ponerle remedio como sea y quitarme de encima todo lo que siento que sobra. Me empuja de nuevo hacia el acantilado mientras yo sigo haciendo equilibrios para no caer. Ejercicio, laxantes, vómitos, ayunos... todo vale, todo me tienta. Necesito sentirme ligera, sentir mi estómago completamente vacío, ver como mis huesos se vuelven más y más apreciables hasta el punto de estar recubiertos básicamente por una fina capa de piel que amenacé con ser desgarrada en cualquier momento cuando los puntiagudos huesos de mi cadera vuelvan a emerger.

Por otro lado el "angelito" quiere avanzar en la carrera y trata de impedir que vuelva atrás, me invade el sentimiento de culpa cada vez que escucho a la enfermedad pero esta se encarga de poner trampas y obstáculos a su paso. Me aterra la incertidumbre, me aterra subir de peso, me aterra desprenderme del todo de lo que hasta ahora ha sido mi vida porque no sé lo que se encuentra detrás. Me preocupa no estar a la altura de lo que me espera, si es que me espera algo. Me atormenta no ser capaz de dejar de huir de situaciones que amenazan con derribar mi muro y sentirme vulnerable. Me aferro a mis huesos porque tengo miedo de no saber que hacer con mi vida.

Quiero ser normal, sentirme normal, tan sólo quiero eso, lo necesito. Trato de comportarme con normalidad pero algo que para casi todo el mundo resulta cotidiano como puede ser cenar o comer con amigos a mí se me hace cuesta arriba. Lo intento, lo hago, pero cada bocado que llevo a mi boca me mata, los minutos se hacen horas, la comida parece multiplicarse por momentos frente a mí mientras mi organismo y sobretodo mi mente trata de asimilar toda esa grasa. Frente a mí en lugar de platos veo números y mi cabeza empieza a trabajar a un rítmo frenético pensando la forma de compensar cada uno de los excesos.

Mi estómago se vuelve pesado y en él se instala esa sensación de nauseas incesantes que golpean también mi mente. Trato de callarlas, de ignorarlas y con algo de tiempo parece que lo consigo. El resto de tiempo transcurre más o menos con normalidad pero yo me siento extraña, todo parece estar bien pero no lo está. Los pensamientos me invaden, los recuerdos me golpean... la marea va creciendo en mi interior.

Llego a casa y me meto en la cama "Necesito adelgazar... mañana empieza mi plan de ataque" y empiezo a planificar cada comida, mi nueva tabla de ejercicio, compruebo que la caja de laxantes está donde la dejé, le doy vueltas en mis manos y mientras pienso en hincharme a ellos a pesar de hacer meses que no los pruebo. Me tienta la idea pero trato de evitarla "hoy no, puede que mañana" retraso el momento de hacerlo con la esperanza de que se esfume esa idea de mi cabeza, pero aunque no los tome necesito tener la tranquilidad de que están ahí en caso de "emergencia"

Me aproximo al acantilado y me invade una vez más la idea de saltar al vacío. El salto es elevado y la caída puede ser brutal pero pensar en ella consigue ayudarme a dejar de pensar en lo demás, en lo que de verdad se clava, en lo que de verdad duele...

viernes, 15 de octubre de 2010

Hermetismo y análisis de sangre

Trato de bloquear mis sentimientos porque me asustan, porque duelen... el problema es que hay sentimientos que surgen sin más, son aquellos que por nuestros miedos no queremos sentir pero a pesar de ello sentimos sin quererlo. Y como no puedo evitar sentir decido privarme de dar rienda suelta a esos sentimientos, no me dejo llevar y mucho menos me permito vivirlos.
-----------------
En cuanto intuyo que una grieta por pequeña que sea surge en el grueso muro que creé para protegerme vuelvo a cerrarla con una pasta más fuerte que la anterior para evitar que algo o alguien se cuele por esa grieta y se encuentre con mi yo vulnerable. Podría definirme como un tanto hermética. Pero cada vez se generan más grietas y no sé por cuanto tiempo más podré mantener el muro que me aisla del mundo real, de los sentimientos y vivencias reales. Quiero derrumbarlo y librarme de él pero por otro lado necesito la protección y seguridad que me aporta. Temo hacer daño y temo que me lo hagan. El universo paralelo inventado se empieza a tambalear.
------------------
Fisicamente no me encuentro muy bien y además llevo un par de meses sin la regla asique a petición de mi psico esta mañana he ido al médico a hacerme una analítica completa y la semana que viene me darán los resultados. Hablando mal y pronto estoy acojonada pero no quiero pensar mucho en eso, lo que tenga que ser será.
-------------------
Por otro lado he tenido el valor de acceder a hacerme los análisis y además esta mañana aunque ayer me acompañó la psico a pedir cita para hacermelos (sola probablemente no habría ido), hoy he ido sola a hacermelos (que independiente me he vuelto en poco tiempo, vamos avanzando). He de decir que aunque no estaba muy por la labor quizás sea bueno saber en que estado físico me encuentro para ser aún más consciente de los riesgos que implica y las consecuencias que puede suponer para mi salud continuar con ciertos comportamientos. Aunque en realidad, no nos engañemos, eso ya lo sé pero tal vez verlo plasmado en el papel me abra un poquito más los ojos. No lo sé...

domingo, 3 de octubre de 2010

dudas, confusiones ¿mejorando?

Poco a poco empiezo a salir de mi encierro, muchas veces porque me veo en la obligación y otras muchas porque yo misma me obligo a moverme, a no quedarme aislada en estas cuatro paredes. Me mantengo ocupada y parece que así las semanas pasan a una mayor velocidad.

El estar a solas conmigo ya me lo sé de memoria y también sé como suele acabar eso asique ¿por qué no probar algo distinto? ¿por qué no intentar salir al mundo real? Y eso es lo que estoy haciendo, lo que estoy intentando porque por probar no pierdo nada y aunque ahora me sienta pequeña allí dónde vaya puede que llegue el día en que ya no me sienta así, en que ya no sea necesario forzarme a mi misma a salir y lo haré realmente porque me apetezca. De no ser así sé que siempre estoy a tiempo de volver al aislamiento que ya conozco. No creo que lo que me espera ahí fuera pueda ser mucho peor de lo que he estado viviendo hasta ahora.

Por miedo a mil cosas, por creer que ya tengo las herramientas suficientes y por la sensación de que ya no podía dar más de mí en el tratamiento, ni podían ayudarme más, por no querer que perdieran más tiempo conmigo... estuve a punto de resignarme a vivir encerrada en mi burbuja y a desistir en la idea de avanzar más. Me planteé hace tan solo unos días dejar el tratamiento, no dejarlo completamente al menos en un principio, pero sí tomarme un respiro. Me planteaba una nueva huída. Pero después de pedir opinión a alguien en quien confío plenamente y después de mucho pensarlo es cierto que aún no estoy preparada para caminar sola, sigo necesitando ayuda. Soy consciente de que me queda mucho camino por delante y quiero recorrer cada tramo sin perderme ni un detalle.
________
De pronto recordé algo que me prometí a mi misma cuando decidí poner solución a mis problemas "no dejaría el tratamiento hasta que me diesen el alta." Había olvidado esa promesa o quería olvidarla. Ya cometí el error de salir corriendo hace años y la verdad no salí muy bien parada, fuí cayendo más y más. Por esa razón me prometí que esta vez sería diferente, que está vez era realmente consciente de que tenía un problema y sobretodo tenía claro que quería solucionarlo, los errores están para aprender de ellos. Cuando me prometí aquello lo hice siendo consciente de que habían muchas cosas que mejorar pero creía que me costaría menos y necesitaría menos tiempo. Cuando vuelve la cordura a mí se que se trata de un tiempo bien invertido que va dando sus frutos. Echo de menos tener una mayor autonomía, echo de menos ese falso control. Pero cómo dice la canción "no quiero que la prisa me obligue a no ver nada". La guerra aún no está ganada aunque cada día voy ganando pequeñas batallas que me ayudan a creer que algún día podré ganar esta guerra.

Muchos días sigo boicoteándome y poniéndome yo misma obstáculos, trato de mejorar mi relación con la comida y por momentos parece que lo consigo pero mi relación con la báscula continua siendo odiosa y a veces todo se desmorona. Sé que lo mejor directamente sería romper esa relación y tirarla pero soy incapaz, no se me va esa necesidad de control. Siento que engordo y necesito saber si es una sensación real, no logro callar esa "voz" o al menos ignorarla. Ya no recuerdo como se mira.