*Si LuChAs PuEdEs PeRdEr, Si No LuChAs Ya EsTáS pErDiDo*

SiGo CaMiNaNdO sIn DeTeNeRmE y CaDa PaSo QuE dOy Me DeScUbRe HaCiA dOnDe VoY.

sábado, 30 de octubre de 2010

Recuerdo...

Recuerdo como cada viernes cuando era pequeña era la niña más feliz del mundo porque iba a pasar la tarde con mi abuelita, para mí, mi yaya.

Recuerdo como siempre tenía una sonrisa para mí, como respondía sin desesperar a todas mis preguntas (que eran muchas), como conseguía calmar mi llanto aunque con ella rara vez sentía la necesidad de derramar mis lagrimas.

Recuerdo como me sentaba en una mesita que tenía en la cocina, me dejaba una libreta que tan sólo yo usaba y en lugar de dibujar como casi cualquier niño haría me ponía a escribir. Mientras tanto mi abuelita cocinaba y muy a menudo se aproximaba a la mesa a mirar lo que estaba haciendo "que letra más bonita tienes" "de mayor quizás puedas ser escritora". Sacaba de mí la mayor de mis sonrisas y me esmeraba aún más si cabe en hacer mi mejor letra, en escribir cosas bonitas que le pudiesen gustar porque me hacia sentir segura de mi misma, me hacía sentir que ella creía en mí y por lo tanto me resultaba más sencillo darme a mi misma una oportunidad.

Recuerdo como no era necesario ningún motivo para que me diese un beso o un abrazo. Como cuando me quedaba a dormir en su casa y sentía miedo cuando en la calle no cesaban los ladridos de los perros me contaba un cuento, hablabamos, nos reíamos y el miedo se iba. A su lado el miedo se esfumaba rápido porque sabía que ante cualquier cosa que fuese a suceder ella me iba a proteger.

Recuerdo como cuando yo estaba enferma venía andando desde su casa que se encontraba bastante lejos y me traía una bolsa llena de chucherías para animarme por no haber podido ir a aquella excursión que tanta ilusión me hacía.

Recuerdo aquel día que mi primo por pincharme y reirse un rato como solía hacer por ser yo más pequeña me dijo que me iba a morir antes de cumplir los 18, me puse a llorar y fuí corriendo a buscar a mi abuelita que estaba en la cocina haciendo la comida con su delantal:


- ¿A qué yo no me voy a morir?
- Claro que no.
-¿Seguro?
- Seguro, mirame a mí yo soy más vieja que tú.
- (Me invadió el pánico) Pero tú tampoco te vas a morir ¿a qué no?
- Algún día pasará. (rompí a llorar)
- No puedes, tienes que estar aquí conmigo. ¿a qué no te vas a morir? ¿a qué no te vas a morir? (yo no dejaba de llorar)
- Me dió un abrazo y me dijo que estuviera tranquila que eso no pasaría.


Recuerdo como más allá de ser mi abuela por un parentesco sanguineo se comportaba como tal, como se desvivía por sus hijos, por sus nietos. Como me daba ese cariño que muchas veces damos por hecho que la otra persona sabe que sentimos pero a veces es necesario oirlo, es necesario sentirlo y con ella realmente lo sentía.

Recuerdo como cuando"se fué" dejé de sentir que alguien creyese en mí. Como su ausencia supuso pasar años y años sin un triste abrazo, como pasé de sentirme querida e importante en la vida de alguien a sentirme cada vez más y más pequeña, como necesité años y años para volver a escribir y aún necesité más años para mostrar a alguien lo que escribía ¿a quién le iba a interesar ver letras y más letras unidas, letras que muchas veces parecían carecer de sentido?



1 comentario:

  1. ke historia tan mas linda prinn en vdd ke me iego al corazon xk aunke yo tengo/tuve abuelita nunka ha sido como tu y en vdd es muy tierno.
    mxos besos muuuuuuuuuuuuuuuaxz
    P.d acabo de hacer un blog

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