Ultimamente estoy... en realidad no sé muy bien como estoy, es una extraña tranquilidad la que me acompaña en estos últimos días y aunque trato de disfrutarla también me preocupa porque en diversas ocasiones anteriores esta misma tranquilidad no era más que la que precedía a la tormenta (aunque no tiene porque ser así necesariamente), prefiero no pensar demasiado en ello por el momento.
Ahora miro hacia atrás (y no tan atrás) y me resulta muy difícil aceptar y asimilar muchas de las cosas que he hecho, aunque soy consciente de que yo soy la única responsable de mis actos. En ocasiones es como si esos actos se volviesen ajenos a mi, como si los viese desde fuera pero no los hubiese vivido en mi piel y es tan contradictorio... porque en el momento que sucedían los vivía con gran intensidad.
La enfermedad parece estar revelandose al comprobar como se tambalean los cimientos tan densos que la sustentan y esa revelión influye en mis pensamientos ya que parece obstinada a jugar todas sus cartas y morir matando y es entonces cuando se me ocurren mil excusas para poder justificarme de algún modo y hacerme creer a mi misma y a los demás que nunca he estado al límite, que nunca ha sido para tanto, que por una vez más que haga tal y tal cosa no pasa nada, una última vez no me va a perjudicar (de momento esa última vez nunca es la última)... ¿pero cuál es el límite? ¿Dónde está la linea que me separa de él?
Trato de autoconvencerme de que nunca rebasé esa linea y para ello me escudo en que en todo el tiempo de enfermedad no he llegado a alcanzar un peso límite y los kilos que me separan del infrapeso severo se convierten en un gran enemigo en esta lucha ya que me hacen considerar que tengo por delante un margen de error que me hace disponer de una mayor libertad de movimiento.
Ahora soy consciente de que no es necesario ser la más enferma entre las enfermas para tener un problema, lo tengo (aunque por momentos se me olvide o mejor dicho quiera olvidarlo). Sé que en todo este tiempo he traspasado muchos límites, que en ocasiones he llegado a caer más bajo de lo que nunca hubiese podido imaginar. Sé que aunque ahora empiezo a estar un poco mejor no me puedo relajar porque estar mejor no significa estar bien y cualquier mínimo descuido puede ser suficiente para llevarme de nuevo al borde del precipicio, cada excusa que me pongo como barrera para no avanzar da más fuerza a la enfermedad y si no lo remedio ya, puede llevarme a la cronificación y no quiero...no puedo bajar la guardia, no puedo permitirme ciertos lujos... todo esto lo sé, pero hay una parte de mi que prefiere seguir a ciegas porque tengo miedo, mucho miedo y no sé como enfrentarme a él.
Mi visión y mi modo de hacer las cosas no es la mejor y si de verdad quiero que todo cambie y así es, no me queda otra opción que tener una confianza ciega en la objetividad de los demás y forzarme a hacer las cosas que tengo que hacer como las tengo que hacer, sin excusas, dejarme guiar esperando que llegue el momento de que no sea necesario forzar nada y salga solo. Sé que es el único modo, pero me cuesta tanto... yo sé lo que veo, sé lo que vivo y aunque también sé que no se ajusta a la realidad y que la visión que tengo de mí es totalmente distorsionada porque hay hechos objetivos que así lo avalan:1.58 m,45 kgs,IMC 18, talla 34-36, todo el mundo opina que estoy delgada... Con todos estos datos la teoría es que no estoy gorda, no puedo estarlo, los hechos son hechos y es lo que me tendría que valer, pero yo lo veo y lo vivo de una manera completamente diferente por lo que al fin y al cabo mi forma de verme se convierte en mi realidad y me cuesta creer en una realidad totalmente opuesta a ella. Asique en este caso sin que sirva de precedente, creo que no me queda más remedio que creer para ver en lugar de ver para creer.
A veces me invade la tentación de seguir en el camino que ya conozco porque me resulta más "fácil" ya que cuando me dejaba arrastrar por la enfermedad actuando solo por inércia sufría pero era un sufrimiento distinto, un sufrimiento que en cierta medida creía poder controlar porque era yo con mis actos quien me lo ocasionaba.
Cuando me sentía mal y me invadia la sensación de aislamiento, soledad, vacío, tristeza, miedo... trataba de evadirme. Al principio ocupaba la mayor parte del día urdiendo estrategias para no comer, contando kcal... después cuando fuí descubierta empecé a asfixiar los sentimientos negativos con comida en forma de atracón y trataba de expulsar el peso que me oprimía la mente y el estómago con vómitos autoinducidos y cuando mi peso comenzó a aumentar y no podía hacerme a la idea volvieron las restricciones y una larga lista de cosas más. Como yo digo el "mounstro" siempre me ha acompañado, tan solo muta pero su finalidad es la misma, paliar el dolor que siento por dentro a base de causarme dolor externo. Mi vida giraba entorno a la comida y los números, no había más... era mi día a día, la cara y la cruz de la misma moneda, mi castigo cuando creía que lo merecía y mi salvación cuando me encontraba perdida.
Me dejaba llevar por mis pensamientos, no me cuestionaba nada, lo hacía y punto... si quería restringir comidas lo hacía, si necesitaba vomitar lo hacía también y así con todo... buscaba el momento y el lugar para poder hacerlo (aunque muchas veces no fuesen los más apropiados) y actuaba. Por un momento me sentía liberada, tranquila... pero cuando pasaba el "efecto", cuando me encontraba otra vez en la soledad de la noche todos esos sentimientos de los que había tratado de deshacerme inutilmente volvían multiplicados.
Creé una rueda que no era capaz de parar, cuanto peor me sentía más me refugiaba en el trastorno alimenticio y cuanto más bajo caía peor me sentía y por tanto más recurría a él, así una y otra vez. Nunca era suficiente y cada día que pasaba, la burbuja de irrealidad que yo misma me creé parecía hacerse más grande para los demás (haciendo más difícil que llegaran a mí) y más pequeña para mí misma, me estaba asfixiando allí dentro y por más que desde fuera hubiese gente dispuesta a ayudarme yo me acurrucaba más y más allí dentro y no alargaba mi mano para poder agarrarme con fuerzas a la mano que me ofrecían desde el exterior por lo que me resultaba imposible salir de esa espiral de autodestrucción y en realidad creo que tampoco estaba muy dispuesta a salir de ella. Me estaba consumiendo lentamente, mi cuerpo pero sobretodo mi mente se iban haciendo añicos, estaba porque tenía que estar pero tan solo era otro cuerpo más arrastrado por el aire... eso era, un cuerpo que se estaba haciendo cada vez más pequeño por fuera y por dentro, apenas quedaba un ápice de mi en su interior. Me límitaba a dejar los días pasar, dejé de esperar nada, tan solo deseaba que todo acabase cuanto antes. No quería morir (aunque esa idea pasara una y otra vez por mi cabeza), como decían en inocencia interrumpida "cuando no quieres sentir la muerte puede parecer un sueño, pero cuando ves la muerte de verdad hace que soñar con ella resulte ridículo". No quería morir, no quiero morir, pero tampoco quiero ni puedo vivir así porque no es vida.
Estos últimos días a pesar del insomnio y el cansancio que arrastro, he conseguido relativizar algo más. Hay días en los que me siento peor que nunca pero sé que eso es provocado por los multiples pensamientos contrapuestos que golpean mi mente, por la lucha interna que estoy librando... pero ahora aunque me sienta mal y en innumerables ocasiones me venza el miedo, la desesperación o las ganas de tirar la toalla me estoy dando la oportunidad que nunca me había dado. Empiezo a vislumbrar que realmente lo puedo conseguir (aunque por momentos me invaden las dudas) porque aunque siga metiendo la pata más de lo que me gustaría empiezo a no dejarme arrastrar e igual que antes no me cuestionaba nada y me dejaba llevar por la inércia y cuando caía lo hacía hasta lo más profundo y me quedaba allí, ahora antes de dar cualquier paso y precipitarme me paro, reflexiono (en ocasiones resulta imposible) y trato de retrasar los momentos que me pueden perjudicar con la esperanza de que retrasando mis actos la ansiedad o la necesidad que siento se acabé calmando e incluso desaparezca. A veces surte efecto, otras por el contrario no (supongo que es cuestión de tiempo y perseverancia) y surje el sentimiento de culpa, pero ahora si que puedo decir que estoy haciendo lo posible y tratando de hacer lo que creía imposible por salir de esta espiral.
E incluso hay pensamientos que tenía automatizados y aparecían sin más que ahora ya no aparecen o si lo hacen no lo hacen con la misma fuerza que lo hacían antes y por lo tanto no me afectan del mismo modo. Y eso me ayuda a confiar en que es posible.
Hoy me he pesado y estoy en 45 kgs y eso me alegra a la par que me preocupa... pero en fin... poco a poco, supongo.
Querría haber venido mucho antes para comentarte la anterior entrada, que leí hace días, pero no había podido contestar... Quería agradecerte tus palabras y que sepas que estoy aquí... y que, por supuesto, sigue en pie ese café...
ResponderEliminarAlgo que siempre encuentro en tus reflexiones es conciencia de la realidad, sabes lo que te está pasando, cómo funciona todo esto... Y eso es una ventaja, aunque no siempre. También hay chicas muy conscientes de todo lo que les ocurre y acaban muy mal... Ser consciente es una ventaja, pero no una garantía, además hay que ser perseverante, tener las ideas muy claras (a menudo parece que "la enfermedad" cobra vida propia e intenta convencernos, pero hay que saber que en realidad "la enfermedad" somos nosotras mismas, o una parte de nosotras...).
También yo sé que he perdido la objetividad respecto a mi peso. Sé que estoy delgada porque me lo dicen, incluso puedo verlo, pero no sé hasta qué punto estoy delgada... siempre miro y pienso "sí, pero aún podría perder un poquito de aquí, de allí... Aún estoy lejos del límite...". Mentira, porque además "el límite" no existe en enfermedades como estas... ¿Quién puede asegurarnos que no es precisamente el kilo siguiente el que acabará con nosotras (porque ya no podamos parar, porque provoque algún daño irreversible a nuestro organismo, porque después pillaremos cualquier cosilla pequeña y nuestro cuerpo no podrá contra ella...)?
Por otro lado, quiero pedirte disculpas por mi ausencia. Llevo días queriéndote escribir y comentar, pero he ido de cabeza. El final de evaluación (con muchas audiciones para ir a ver), el estudio por las mañanas (porque finalmente mi profesora lo ha arreglado para que sí haga audición, así que tengo que estudiar como una loca)...
Y es que no sé si te llegué a contar que estuve casi un mes enferma del estómago (al parecer era un virus, sumado a los nervios por todo lo que me estaba ocurriendo...), así que tuve que hacer mucho reposo y me sacaron de las audiciones (no podía estudiar en esas condiciones), pero finalmente me han hecho un hueco en otra audición a mediados de abril (la otra habría sido el 31 de marzo)... Pero encima me han pegado un resfriado que ha ido empeorando (también tengo faringitis) y ahora estoy hecha polvo, especialmente por las tardes....
Bueno, resumiendo: que tengo muchísimo que estudiar pero me paso la mitad del día hecha una mierda, así que tengo que aprovechar la otra mitad para estudiar, por lo que no he tenido tiempo casi de nada...
Y ahora, volviendo a ti: no dejes que esa calma se convierta en antecesora de la tormenta. No tiene por qué ser así siempre. Disfruta de esa calma, pero sigue alerta siempre ante cualquier signo... No te permitas caer "un poco más", no ahora que estás en el buen camino...
Muchísimos ánimos y muchos besos, y ya sabes, lo del café: cuando quieras, incluso estos días que estoy un poco chunguilla, tampoco me va mal salir un ratito a tomar algo y que me dé el aire...
Un abrazo muy grande!!!
Si, poco a poco. Estás racionalizando las cosas con la cabeza en el mundo real, no con la racionalización de la enfermedad. Qué difícil puede ser... la salvación no es cosa sencilla, pero existe.
ResponderEliminarQué bello pensamiento: creer para ver... Sí, en esta enfermedad es eso lo que se necesita; hacernos de fuerza, pensar y pensar más allá de lo que los ojos enfermos quieran decir, porque el remolino de enfermedad gira y es devastador en su círculo de angustias, rutinas y arrepentimientos. La parte más difícil de la recuperación, no es el asunto físico que se refiere al simple hecho de comer lo necesario y nutrir el cuerpo. Lo más duro, es el proceso interno... y en eso estás, y a pesar de esas ideas que te atormentan a veces, y de las dudas, y de toda la basura que puede surgirte en la cabeza y alterar tu mundo, a pesar de eso, estás luchando, y algún día, lo lograrás.
Suerte, que esta lucha la vivimos muchas, cada quién a distintos ritmos, pero con mucho esfuerzo, dolor, y mucha esperanza. Un abrazo.