He vuelto de viaje, he estado una semana fuera de casa. Salí de aquí con miedo e incertidumbre puesto a que aunque por una parte sabía que iba a venirme bien cambiar de aires y tener unos horarios determinados con las comidas para evitar ocasiones y tentaciones, por otro lado lo que más recuerdo de cada viaje, de cada día que he pasado fuera de casa en estos más de 7 años son los baños de cada uno de los lugares que he visitado, siempre acababa recurriendo a ellos para liberarme del peso que se acumulaba en mi estómago y en mi cabeza... así día tras día, mes tras mes, año tras año... siempre era lo mismo, mientras mis compañeros, amigos o familia disfrutaban de unos días diferentes y trataban de desconectar de la rutina yo por el contrario cambiaba de escenario pero en realidad era lo único que cambiaba puesto que la función estuviese en el lugar que estuviese continuaba siendo la misma.
Esta vez partí con un compromiso firme de que pasara lo que pasara y por mucho que no tuviese la opción de restringir o sintiese la necesidad de vomitar no iba a hacerlo. Aunque me agobiaba mucho la idea de estar acompañada en cada comida y no sabía cual iba a ser mi reacción ante esa situación y si a esto le sumaba que iba a tener que estar una semana entera sin poder pesarme mi ansiedad ante lo desconocido iba creciendo por momentos.
He conseguido no vomitar ni una sola vez a lo largo de esta semana, he reprimido la necesidad que ha aparecido en numerosas ocasiones (a pesar de haber tenido muy fácil hacerlo si hubiese querido) y también he conseguido resistir a la tentación de buscar una báscula para poder pesarme (aunque al llegar a casa de nuevo fué lo primero que hice) ¿Y por qué no decirlo? Por una vez me siento orgullosa de mi actitud.
Hasta aquí llega la parte positiva del viaje porque aunque realmente he conseguido desconectar un poco de todo y disfrutar de ciertos momentos (cosa impensable hace unos meses) porque apenas tenía tiempo de pararme a pensar y eso me ha sido de gran ayuda, también han existido momentos delicados que aunque puedan parecer una tontería yo los he vivido con gran intensidad.
La comida me la servía yo y aún no soy capaz de distinguir entre una cantidad escasa, normal o excesiva asique escogía lo que consideraba menos calórico (para evitar sentirme culpable después y reducir así las posibilidades de acabar recurriendo al vómito) y me servía lo que yo creía que era una cantidad normal más un poco más a sabiendas de que mi perspéctiva no es la más objetiva. Pero mis esfuerzos parecían no ser suficientes y se acababan generando comentarios irónicos e incluso pequeñas disputas del tipo " Si, tú no te pongas más no sea cosa que engordes unos gramos porque sería una lastima".
Intentaba hacer oidos sordos ante esos comentarios y permanecía callada pero no podía evitar que me hiciesen sentir mal, pero aún así hacía el esfuerzo de servirme de postre un trocito de bizcocho o un poco de flan para su tranquilidad en lugar de una pieza de fruta que es lo que habría escogido (solo de ver el flan o el bizcocho en el plato frente a mí la ansiedad empezaba a hacer acto de presencia, pero aún así me lo comía) y volvían otra vez "¿Solo eso? Casi no has comido. Eso te falta a tí para bajar más de peso, pues ya puedes ir poniendo quilos porque al final te los voy a poner yo de golpe"
Joder!! Lo estoy intentando, me estoy esforzando como nunca lo había hecho y ese tipo de comentarios precisamente no ayudan, tan solo me dan ganas de decir "¿Quereis saber lo que es de verdad no comer?"
Parecen no entender que yo como por narices, porque me obligan y por que me obligo porque ha de ser así y me cuesta horrores. Me encantaría hacerlo con normalidad y porque me apetece hacerlo pero por desgracia no es así. Lo hago porque sé que lo tengo que hacer y punto.
Veo como la gente pasea comiendo un helado, una bolsa de papas... y me resulta curioso e incluso increible pensar en que mientras yo no soporto que nadie me vea comer, hago las tres comidas obligatorias y cuento las kcal de cada cosa que me llevo a la boca la gente por lo general come con despreocupación, por gusto, disfrutando de esos bocados que a mi tanto me pesan. Personas gordas, delgadas... comiendo porque les apetece hacerlo, porque les gusta hacer aquello que yo tanto odio y es entonces cuando siento envidia sana al ver que lo que para mí es un suplicio diario es para la inmensa mayoría algo normal e incluso placentero.
Por más que trate de quitame la etiqueta que llevo a la espalda parece que estoy condenada a cargar con ella haga lo que haga. Soy "la enferma", "la anoréxica" "la que no come". Ya sé que tengo un problema, sé que estoy enferma... pero al menos por un momento me gustaría olvidarlo.
Aquello que en caso de ocurrirles a los demás tendría una explicación lógica en mi caso parece que todos quieren achacarlo a mi trastorno alimentario. Me explico, hubo un par de días, en especial uno en los que mucha gente iba en manga corta pero yo llevaba manga larga y estaba muerta de frío, al llegar al hotel a media tarde empecé a ponerme capas de ropa y me acurruqué en la cama hecha un ovillo... simplemente estaba destemplada, tenía mal cuerpo, cosa que le puede pasar en un momento determinado a todo el mundo, a todo el mundo menos a mí al parecer "eso son falta de calorías" "si tuvieses algún quilo más verías como no tendrías tanto frío" "No es normal, tú estás enferma que te hagan una revisión de arriba a abajo" Sé que se preocupan pero estoy cansada de oír esos comentarios, no necesito que me recuerden lo gorda o lo flaca que estoy todo el tiempo.
Y si que yo tuviese frío y andase con la chaqueta puesta todo el tiempo ya generó todo eso... sin quererlo por la noche poco después aún les dí más motivo para que aumentasé la alarma. Ese día caminamos casi 4 horas sin parar por la mañana y 3 más por la tarde, en mi opinión 7 horas de caminata agotan a cualquiera y si a eso le sumamos que yo tampoco tengo mi energía en su nivel máximo... me dió un mareo mientras estabamos en el ascensor y gracias a que estaba apoyada en la pared no me caí, se me movió todo y parecía que era el ascensor el que daba esos movimientos, mi espalda descendió resbalando por la pared mientras yo me sostenía en pie como podía y cuando me repuse y convencida de que le había pasado algo al ascensor exclamé asustada "¿Qué ha pasado?" mientras los tres me miraban sorprendidos y sin comprender "¿Te has mareado?" a lo que yo respondí que no lo sabía. Se miraron entre ellos alguien dijo "al final vas a tener que ir al médico pero a que te miren todo".
Estoy convencida de que fué fruto del cansancio nada más, porque aunque no comí en exceso, hice mis tres comidas con postre incluido cada día de los 7 que estuve allí.
Este es otro claro ejemplo de que si le hubiese ocurrido a otra persona las conclusiones habrían sido probablemente: cansancio, una bajada de tensión... pero en mi caso vuelven a ser la falta de kilos, kilos que a día de hoy en las fotos del viaje yo vuelvo a ver como sobrantes por todos lados.
Es curioso como las cosas cambian depende del cristal con el que se miren y depende de quien las haga.
Pero en fin... el balance que hago de esta semana que he pasado fuera es positivo en general, salvo por esos pequeños detalles.
No te disculpes, yo a veces también tengo que ausentarme por falta de tiempo... Por ejemplo, leí anoche tu entrada, pero no tuve tiempo de comentarte. Si es por cosas así (viajes, desconexiones...), tus ausencias son bienvenidas, al igual que si es sólo porque no te apetezca, vayas agobiada o sencillamente necesites desconectar del ordenador (a veces también me pasa, cada una de ellas).
ResponderEliminarNo tendrás esa etiqueta de por vida. Ahora está todo demasiado reciente, están más pendientes de ti que de costumbre, y es lógico y normal que se preocupen. Poco a poco, si ven que vas mejorando y no pasa nada grave, se irán relajando e irán depositando más confianza en ti. Compréndelos: necesitan tiempo para hacerlo, para volver a confiar en ti. Puede que resulte agobiante, pero también lo haríamos nosotras en su situación. Respira, relájate y procura no darle demasiada importancia, deja que las aguas vuelvan poco a poco a su cauce, porque si pones de tu parte y vas saliendo de esto, volverán.
Te felicito por esas vacaciones comiendo con relativa normalidad y sin vomitar ni una vez. Así, poco a poco, retomamos la normalidad... a veces por temporadas más cortas, otras más largas... Yo he conseguido comerme tranquilamente una bolsa de papas por la calle... bueno, igual por la calle me cuesta un poco más, pero quien dice una bolsa de papas por la calle, dice un helado con sus amigos, y sin sentirme culpable, sencillamente disfrutando del momento... Son actitudes que se reaprenden poco a poco según vamos saliendo del agujero. No sé si existe la recuperación absoluta, pero sí creo que podemos conseguir un relativa normalidad con todo esto. Yo aún voy a etapas, pero conseguirlo, aunque no sea de seguido, lo considero un gran avance.
En cuanto a mí, sí que voy liadísima y los nervios empiezan a hacerse demasiado espacio en mi interior, pero es normal, al fin y al cabo tengo los días contados (toco el lunes que viene por la tarde). Tocar en público ya impone de por sí, y además siento que no estoy todo lo preparada que podría estar o he estado otras veces (por falta de tiempo o de salud), y no puedo hacer muchos milagros en los días que faltan, pero haré todo lo que esté en mi mano, y lo que tenga que ser, será, lo más importante es enfrentarme con la cabeza bien alta a ese reto que supone tocar en público...
Y ya me voy a estudiar, que esta tarde quiero aprovechar todo lo que pueda.
Un abrazo muy fuerte, y ya me contarás... Recuerda que tenemos un café pendiente!!
(Y/o lo que pueda surgir después)
Enhorabuena prima!!! Estoy muy orgullosa de ti, lo conseguirás!!!! Y quien no ha tenido un mareo por agotamiento???
ResponderEliminarA veces me digo que nosotras podemos superar la anorexia, pero pareciera que la gente a nuestro alrededor no. Sé cómo duelen esos comentarios cuando estamos tratando de dar lo mejor, cómo parece que todo lo que comamos es poco y cómo resulta desgastante que todo el mundo esté siempre tan al pendiente de cuánto pesas y qué comes. Como dice Nel.la, es natural al principio porque la gente se preocupa por ti, pero también es difícil aceptar que lo que en cualquiera pudiera ser natural en nosotras resulta ser motivo de jaleo.
ResponderEliminarNo sé si hayas hablado sobre el trastorno con la gente cercana a ti, y si es así pídeles un poco más de paciencia para seguir. Y sobre la gente que no sabe de lo que habla, simplemente trata de no prestarles atención y convencerte de que lo que haces es por ti y por tu bien. Besos.